Si algo he de agradecer a la práctica de Yoga es el desarrollo de la paciencia, la capacidad de saber esperar para conseguir un fin.
A menudo resulta difícil encontrar esta facultad. La inmediatez prima sobretodo, la paciencia se mantiene ausente.
Cuando comencé a practicar esta Disciplina, tenía unas expectativas preconcebidas. Gracias a mi constancia y compromiso la Disciplina del Yoga me fue enseñando que no deberían estar presentes en mi práctica. La transformación a la que el Yoga te somete es tal que todo lo que esperabas de ella, nada o muy poco se parece a lo que recibes. Habitualmente creemos que necesitamos una cosa y realmente necesitamos algo muy diferente. Si perseveras en tu sâdhana¹ y no te rindes a los posibles obstáculos que puedan ir surgiendo, comienzas a conocer y a modificar la parte de ti que no está tan bien y que habitualmente no es tan visible (svâdhyâya²).
Una de las virtudes del Yoga es su inteligencia, va allí donde el Ser Humano lo necesita. Cincelando y puliendo su organismo llega a su esencia siendo en este momento en el que comienza a experimentarse el cambio, recibiendo así el fruto del camino recorrido.
Un practicante de Yoga es valiente, se enfrenta a sus miserias en el mat (svâdhyâya²), y para eso ha de obrarse la paciencia. Primero la paciencia con uno mismo y luego en consecuencia con todo lo demás. Así se logra que la espera para recibir lo que se desea resulte placentera y nos permita conseguirlo.
Una gran parte de las personas que se acercan al Yoga, a parte de desconocer que es una Disciplina y que requiere un compromiso, lo hacen como último recurso para resolver un malestar que nada hasta ese momento ha podido aliviar y esperan que el beneficio sea inmediato, exigiendo una responsabilidad al Yoga que no le compete.
La práctica de Yoga no es fácil. El miedo al posible sufrimiento de nuestro cuerpo enturbia el razocinio y paraliza nuestro juicio provocando la huida. Si no te das tiempo, aceptas tus limitaciones sean éstas las que sean y adquieres paciencia, entonces no podrás recoger el fruto que solo una práctica continuada es capaz de ofrecerte (svâdhyâya²).
No se puede exigir al Yoga lo que uno no es capaz de recibir (svâdhyâya²).
Desarrollar la paciencia es un camino lento. Yo opté por este camino a través de la práctica de Yoga y a día de hoy me siento muy afortunada de haberlo hecho. La práctica de Yoga continuada hace que te conozcas, que revises tu conducta reconociendo tus defectos y virtudes, tus limitaciones y destrezas ofreciéndote así la posibilidad de efectuar los cambios necesarios para mejorar la calidad de tu Vida (svâdhyâya²).
A mis queridísm@s y valientes alumn@s.
Hari Om Tat Sat
Sâdhana¹: Práctica personal.
Svâdhyâya²: Niyama (normas de conducta que se refieren a la disciplina individual) referido al estudio del Sí-Mismo. […] “Quien practica svâdhyâya lee su propio libro de la Vida, al tiempo que lo escribe y lo revisa.”[…] B.K.S. Iyengar (Luz sobre el Yoga).